lunes, 3 de septiembre de 2007

TE INVITAMOS A CONOCER NUESTRO NUEVO BLOG!

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http://baruyoaldia.blogspot.com/

ENCONTRARÁS ALGUNOS DE LOS ARTÍCULOS PUBLICADOS EN BARUYERA 2, ARTE, AGENDA DE ACTIVIDADES, INVITACIONES, CRÍTICAS DE TEATRO, TORTULIAS, LAS PISTAS PARA CONSEGUIR LA BARUYERA DE PAPEL Y MUCHO MÁS.

lunes, 30 de julio de 2007

si querés más BARUYERA...

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Librería de Las Madres, H. Yrigoyen 1583

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viernes, 27 de julio de 2007

PONER EN PALABRAS

Para entender lo que sucede en una relación de maltrato entre lesbianas y sus consecuencias, primero es importante entender la violencia social en general, y en particular la violencia hacia las lesbianas que ejerce esta sociedad heterosexista. La heteronormatividad es la imposición de la heterosexualidad como única forma de sexualidad sana/normal/no pecaminosa, prohibiendo o descalificando, explícita o implícitamente, toda otra forma que no acuerde con aquella. Justamente por esto, existe una diferencia sustancial entre lo que sucede cuando la violencia se da en el marco de un vínculo avalado socialmente como el heterosexual y cuando no. En el primero, no se cuestiona la heterosexualidad ni la legitimidad del vínculo; nadie diría que es malo ser heterosexual porque un hombre ejerza maltrato psíquico o físico hacia una mujer. Por el contrario, en el caso de las lesbianas, cuando se pone en evidencia la existencia de maltrato en el vínculo, casi siempre se "sospecha" de la relación lésbica, se aprovecha la situación para reforzar el argumento de lo mal que le hace a esa mujer estar con otra mujer y se problematiza así su condición por sobre la situación de maltrato. Estos –como tantos otros- son mensajes llenos de prejuicios y estigmatizaciones que refuerzan el closet: la clausura, el encierro, la encrucijada. La amenaza social ejerce un plus de carga de miedos y culpas que tiene graves incidencias en la salud integral de las lesbianas. De allí que hablemos del "segundo closet", ya que al miedo de decir "soy lesbiana", se agrega el miedo de decir "estoy en situación de violencia con una lesbiana".
Vivimos en una sociedad donde "siempre alguien tiene que tener el poder o más poder"; donde además, el ejercicio de poder da privilegios y encima es impune: Un sistema diseñado y construido para la "opresión de los deseos autónomos", ya que cualquier tipo de autonomía va en contra del dominio, la violencia y las brutales diferencias de poder en las que se sostiene. Frente a los reclamos que genera la desigualdad, el sistema agota sus respuestas en propuestas paradójicas, que confunden tanto como se confunden las víctimas cuando aquella que supuestamente las ama, las daña. El doble mensaje de la sociedad y el doble mensaje como ingrediente básico de la violencia emocional: la contradicción alienante de "te destruyo" "te oprimo" que convive con "te protejo" "teayudo" es uno de los mecanismos que impide u obstaculiza llegar a asumir el hecho de estar siendo violentadas.
Somos educadas dentro de un modelo de amor/erotismo , entramado con los mandatos de género, donde el control y la apropiación son el eje. Y por más que dentro del sistema patriarcal el poder se le otorgue desproporcionadamente al hombre en bandeja, ello no impide que podamos repetir los modelos de vinculación con los que fuimos formadas, aunque estemos en una relación amorosa/afectiva/erótica con otra mujer.
Quien detenta el poder genera mecanismos disciplinadores para la manipulación y el dominio y así mantenernos en el molde. Para quien ejerce violencia es imprescindible que su pareja vaya perdiendo dimensiones, espacios, lazos y proyectos. Frente al aislamiento y el silencio se necesitan redes. Creemos que sin redes sociales y políticas públicas que permitan implementar estrategias frente a la circulación de violencia, resulta difícil pensar alternativas para enfrentar tanto la violencia "hacia" como la violencia "entre" lesbianas. Proponemos una red con nudos como puentes, que enlacen sin que aprieten o ahoguen el pecho y la garganta. Una red donde entretejer nuestras historias, sin quedar atrapadas. Las convidamos a compartir y recordar la necesidad, el derecho y el sueño de una vida sin violencia.

Equipo Desalambrando Buenos Aires
desalambrando@yahoo.com.ar
LAS DESAPARECIDAS Y LAS OTRAS

A Otoño Uriarte la estaban buscando desesperadamente. Familiares, amigos/as y activistas pedían su aparición con vida. Finalmente, apareció. Muerta, en una zanja (al menos, eso se especula).
Su nombre es uno más de una lista de chicas y mujeres que hace meses o años pasaron a integrar una nómina siniestra. Fernanda Aguirre, secuestrada hace 3 años. Marita Verón, desaparecida hace 5 años. Florencia Penacchi, desaparecida hace 2 años.
Ellas, las que a (casi) nadie le importan, tienen en común que son las más conocidas de las víctimas de la trata. Aquellas cuyos casos tienen cierta cobertura mediática, porque sus familias se movilizaron para tratar de encontrarlas. Pero son muchas, miles de chicas y mujeres, nadie sabe cuántas porque las estadísticas, al igual que ellas, no existen.
"Trata de mujeres" es un eufemismo demasiado civilizado para lo que describe. El secuestro, la esclavitud, la tortura, la violación cotidiana. Días iguales de muerte en vida, o peor. Una rutina que solo cambia cuando las llevan a otro lugar, vendidas o alquiladas para que las maltraten otros dueños y las violen otros hombres, aburridos del "plantel" anterior. Una infamia que ni siquiera es delito federal. Una atrocidad que ocurre porque los políticos, la justicia y los policías son cómplices y parte interesada. Sostenida por los "clientes", esos hombres a los que les importa una mierda las vidas arruinadas de esas mujeres y niñas, menos que cosas para ellos. Una violencia increíble, cotidiana y oculta, porque la sociedad mira para otro lado.
A la par de las secuestradas, que a veces suscitan la compasión de la sociedad en general y de algún cliente en particular que las ayuda a escapar, están las prostitutas "por elección", por cuya suerte no se interesa nadie. Claro que estas mujeres que "eligen" suelen hacerlo en las mismas condiciones en que tantos otros y otras "eligen" ser medigos/as, o bajo la extorsión del asesinato, del secuestro de sus hijos/as y otras condiciones así de propicias a la libertad. El punto es que tanto las secuestradas como las "voluntarias" son niñas, adolescentes y mujeres con una vida que no es vida, despreciadas hasta por los usuarios de su miseria, por esos torturadores que pagan que son los clientes.
Sin esa paga, origen de un negocio millonario que compite cabeza a cabeza con el tráfico de armas y de drogas a nivel mundial en términos de ganancia, no puede existir esta aterradora red de corrupción y violencia.
La trata solo puede ser detenida eliminando su raíz, la prostitución. Y la prostitución solo puede ser erradicada luchando contra la violencia hacia las mujeres, o la desigualdad de género, o el patriarcado, como quieran llamarlo. Me refiero a la indiferencia y al silencio cómplice que encubren y consienten la explotación de millones de esclavas sexuales en todo el mundo. Me refiero también a cambiar nuestra cultura patriarcal, que hace posible que se culpe a las víctimas, incluso cuando son secuestradas. Ni hablar a la noción de que los hombres tienen derecho, a costa de quien sea, a satisfacer sus ganas de sexo.
Otoño está muerta. Aunque su muerte no hubiera tenido que ver directamente con la trata (algo que por demás está en duda), muestra algunos aspectos de este crimen, como la intervención policial que lo ampara y promueve. Los agentes apartados de su caso fueron grabados en una escucha diciéndole a un proxeneta que llevara a la comisaría a una chica de 15 años que había traído de La Pampa para "trabajar".
Marita, Fernanda, Florencia y miles más todavía faltan, y probablemente no salgan de su infierno con vida. Miles de otras mujeres, sobre todo pobres, jóvenes y bonitas, están a merced de cualquiera que se tome la molestia de secuestrarlas o de violentarlas (como los "novios" prostituyentes) un día para ganar plata con su cuerpo.
Nos toca a todas. Es culpa sobre todo de algunos, pero responsabilidad de todas y todos. Por favor, si tienen un mínimo de conciencia, repudien la prostitución y la violencia hacia las mujeres. Sin concesiones. Sin excepciones. No hay excusas para la violación; el pago no hace que la prostitución deje de ser esclavitud y maltrato, aunque ese cuerpo humillado se compre solo transitoriamente. Sin distinciones de edad, clase, "mérito moral", raza o nacionalidad, ninguna mujer nace para puta. Y ningún hombre tiene derecho a usar nuestros cuerpos.

Jose
joseramon21@hotmail.com

OBERTURA

Juana y Julieta son dos mujeres de pueblo. No son jóvenes y durante por lo menos la mitad de sus vidas han accedido a complacer-se cumpliendo los sueños que otros asignaron para ellas. Alguna vez intenté imaginar cómo habría sido el instante mágico en que decidieron largarse a soñar sus propios sueños y cuál el instrumento que obró tan grande desafío. Pero la bruja no reveló el secreto y ni mi imaginación, ni toda mi capacidad de repensar las conductas ajenas, me alcanzaron para encontrar la clave que llevó a esa ruptura en el devenir “lógico” de la vida de esas mujeres diseñadas arbitrariamente como pequeñas “máquinas”.
Lo cierto es que la historia cuenta que un día “Juanita y Julieta” dieron forma a su propia rebeldía y con ella expusieron a su sociedad a la herejía de quienes no piden permiso: dos mujeres, unidas, un pueblo, y la mayor prohibición: DECIDIR NO OCULTARSE.
La cantante nos alienta con sus versos: “Voy a omitir maldecidos disparates/ y las venganzas juradas por pecar/ lo cierto es que Juanita y Julieta/ no se fugaron ni dejaron de cantar/ Despierta, mujer, en mis senos/ despierta, yo estoy en los tuyos/ que a este mundo le falta le falta, le falta,/ alguien que le haga baruyo.”
Asi, “baruyo” se convirtió para mí, en el símbolo de la unidad entre mujeres. Affidammento para algunas, sororidad para casi todas. No tengo idea de si Juana y Julieta eran amantes, amigas, compañeras, cómplices o todo a la vez. Sí sé que me asomo al mundo desde la baruyera que soy y lo encuentro lleno de mujeres amándose y aliándose entre sí, con amores y formas de alianzas inimaginables para los historiadores oficiales de la parte de la humanidad asignada al silencio. Baruyeras todas ellas, en busca de un nuevo orden civilizatorio que, por fin, nos pertenezca y en el que no nos sintamos tan “extrañas”.
“Baruyeras” son entonces, las mujeres que no se esconden, que se rebelan, que se entrelazan. Las que se enfrentan valientes, a la hostilidad de un “mundo” planeado por otras mentes, para otros cuerpos, para otros deseos. Mujeres reveladas, mujeres indecentes. Fantaseando sueños subversivos, modelando nuevos paradigmas. Mujeres transformadas. Mujeres que abren puertas, mujeres que patean escritorios.
Baruyeras docentes, enfermeras, abogadas. Funcionarias, políticas, empleadas, desocupadas, estudiantes. Trabajadoras. Mujeres que desafían, que crean, que traman. Mujeres que inventan nuevas palabras para decir lo que aún no se ha dicho. Mujeres que construyen innovadoras prácticas: sociales, políticas, lingüísticas, culturales, amatorias.
Mujeres que se piensan distintas. Que se atrincheran, que se abren. Que se animan.
Las musas de Baruyera son Juana y Julieta que, en íntima complicidad deciden elegirse mutuamente, con la intuición de que sea ese el único camino posible para rescatarse a sí mismas y en ese reconquistarse colaboran con nuestra propia posibilidad de recuperarnos en el pensamiento y en la acción.
Por último Baruyera es simplemente la acción que elegimos (o nos eligió, vaya una saber) algunas “colaboradoras del baruyo”, para contar nuestras intenciones sobre el mundo. Muchas “hacedoras del baruyo” nos anteceden. Ellas nos iluminan y nos acompañan en este camino que hoy comienza y que esperamos sea fructífero, divertido y amable.
Amigas, madres, hermanas, activistas, son las manos que tomamos para dar este paso.
Muchas gracias a todas. Y unas muchas gracias especiales a Silvia Palumbo1 que nos alentó tantísimo y que es la autora de este hermosísimo poema que tanto tiene de ella.
Deseamos humilde y profundamente que Baruyera aporte al pensamiento colectivo y sea una herramienta de todas en busca de ese nuevo orden que nos tiene tan comprometidas.
Verónica Marzano
baruyera@gmail.com

1 Cantautora Argentina. Juana y Julieta son las personajas protagonistas de su canción “Tortas de miel” del disco “Aprendiza de Luna”. Más info sobre Silvia y sus canciones en http://www.silviapalumbo.com.ar/

viernes, 20 de julio de 2007

POLAROID DE LOCURA LÉSBICA I

Es el primer día de clases de Clara. La facultad le parece un lugar inmenso. Encontrar el aula es como encontrar a una persona que se declare nazi y viva en Palermo. Pregunta. El chico con el que interactúa le mira las piernas: más y más pelos que, sin resquemores, le cubren el espacio entre el tobillo y la pollera. Ella sabe que él piensa que las heterosexuales no se depilan y que las lesbianas no usan pollera. Ella sonríe. Él piensa que le está coqueteando, se le nota la confusión en la cara: una ceja sube, de improviso, la boca se abre cual infante que ve a una mujer hermosa caminando por la calle. La 108 está en el primer piso, a la derecha de la escalera, balbucea el chico. Ella se despide. Él se queda mirando cinco minutos más el lugar en el que su interlocutora estaba parada.
Clara busca un lugar para sentarse entre la multitud y la falta de sillas. Se encuentra con un compañero del secundario con el que salió unos meses. Se sienta a su lado. Se saludan. Él le pregunta qué es de su vida mientras mira sus piernas, las recordaba distintas, lampiñas, europeas, femeninas. Ella lo recorre con los ojos negros, tratando de explicarse qué le atraía de él, unrubio de ojos verdes, espalda ancha: un muñequito para la mesa de luz, piensa. Ella le dice que está con una chica desde hace unos meses, él se ríe y pide una explicación. Eso, estoy con una chica desde hace unos meses, se llama Mariana.
-Con razón el pelo en las piernas.
Ella se ríe. Se acuerda de un afiche que tiene pegado en su cuarto que se llama "Ni grandes ni pensadores. Frases idiotas" y piensa que la frase de este chico debería estar ahí, impresa, en el centro del blanco para tirarle dardos junto a Aristóteles, Hegel, Wilde. A tantos.
Después del teórico de Sociología, sale eyectada del aula. Prende un cigarrillo. Una chica de pelo corto y anteojos se le acerca, le dice que la vio en la marcha del 8 de marzo. Van a cursar juntas. Apaga el cigarrillo en el piso y se va de la facultad. En el colectivo se pone los auriculares para escuchar a Spinetta. Saca el cuaderno y escribe una consigna: con pelos y sin dios (bienvenida a la universidad).
Charo Márquez Ramos

De Borges, literatura femenina y lucha social

Lilith y Jezabel, con paciencia pero sin piedad
«Borges le dice a Silvina Ocampo: ‘Llegó una carta, de una profesora, de nombre español, de una universidad norteamericana. Dice que se ha especializado en literatura femenina latinoamericana y que dará una conferencia sobre vos y Norah Lange. Que se especialice en literatura femenina no está bien. ¿Qué importa que sea femenina? ¿Por qué no de autores con ojos azules?’» Esta cita ha sido extraída del libro póstumo de Bioy Casares, en el que recopila y transcribe las charlas que tuvo con el mayor referente de la literatura argentina hasta el momento, Jorge Luis Borges.
No podemos decir que el gran Borges se equivoca pero desvistámoslo aquí de sus ropajes de literato sublime y dejémoslo con las chinelas y la ropa de entre casa de hombre corriente: con este comentario no hace más que resaltar el argumento de muchos acerca de la lucha feminista: «¿por qué insistir en la diferencia si lo que buscan es la igualdad?». Y si decimos que nuestro hombre que escribe de laberintos humanos (ahora despatarrado en su sillón) no yerra es porque en una sociedad basada en la igualdad, la literatura, al menos, no tendría que estar dividida ni sectorizada en femenina ni masculina, ni homosexual ni transexual ni transgénero ni etc.
Pero la polémica empieza en el hecho de que no somos una sociedad ideal y en que, si la lucha existe, es porque existe algo terrible que es la firme disposición de que la mujer, junto con otras minorías ideológicas y étnicas y otras víctimas contrarias al sistema liberal imperialista y patriarcal, queden silenciadas sistemáticamente del discurso y la práctica social del planeta entero. Esto no es de ninguna manera una denuncia ni una vieja utopía de los sesentas. Esto es algo que vemos todos los días a nuestro alrededor, si agudizamos la vista y afinamos el oído.
Un argumento como el del que hablamos, bastante escuchado, tiene ciertos ecos en el imaginario popular y se relaciona con hechos violentos que sucedieron en nuestro país. Recordemos eso de que «los hijos de las Madres eran todos subversivos» (sin importar que sobre ellos no hubo justicia civil sino terrorismo de estado), o el «para qué quieren viviendas si después hacen asado con el parquet» (porque es más fácil apartar que incluir) ni el actual «después de tanto exigir igualdad, se quejan cuando tienen que trabajar y, después, cuidar de su casa y de sus hijos». Y estos ecos del imaginario social, que existen y perduran, no son otra cosa que armas para neutralizar una lucha que exige y conquista el derecho a ser del ser humano discriminado y violentado, manteniéndolo en el lugar de objeto útil al sistema. Una herramienta que legitima las prácticas de sometimiento. Una herramienta con cada vez menos efectividad, por suerte.
Aunque, también, nuestro querido Borges podría haber intentado expresar otro concepto con la frase para su amiga. Tal vez algo así como: «no importa quién sea el autor, importa la literatura», o, más justamente expresado, «lo escrito». Tampoco aquí se equivocaría el maestro. Pero podría retrucársele, si es que en la mente de alguien surge semejante monstruosidad y atrevimiento, que, sin una lucha feminista, posiblemente la literatura femenina ni siquiera existiría.
Porque igualar no es uniformizar (tal como lo hizo Sarmiento con los guardapolvos blancos negadores de las diferentes culturas nativas) sino dar la oportunidad a todos los seres humanos de expresarse y respetar sus diferencias. Porque, si la lucha es por fracciones, son todas ellas piezas de un mismo rompecabezas que se va armando de a poco. Y porque, más que nunca en este planeta, la estructura conocida se cae a pedazos y los pueblos rechazados están reclamando su derecho a desear y a «ser». Y el reclamo es mediante una lucha social y política que requiere, como mínimo, el conocimiento de todas y de todos.
¿Borges concordaría con todo esto? Posiblemente, a pesar de su fama algo «tradicional» en cuanto a ideas políticas. Se pondría contento de que su amiga Silvina Ocampo se haya puesto de moda y sea por fin reconocida en las universidades y entre los lectores y que sean publicados sus cuentos completos (aunque post mortem) Y que Noritah Lange sea también vuelta a imprimir, aunque todavía se la conozca como la esposa de Oliverio. Lo que difícilmente entendería es, por ejemplo, que no existe un solo ejemplar en todo Buenos Aires de «Recuerdos del porvenir» de Elena Garro, una de sus escritoras favoritas, y sí la bibliografía completa de su esposo Octavio Paz.

Educación sexual ¿ruptura o estabilidad del contrato heterosexual?

Valeria Flores

Fugitivas del Desierto

Lesbianas Feministas

Neuquén

El año pasado se aprobó, a nivel nacional, la Ley 26.150 que dispone la creación del Programa Nacional de Educación Sexual Integral. Un gran avance desde la perspectiva del derecho; sin embargo, en el campo pedagógico-político se abre un gran debate o escenario de disputas.
Pensar en la educación sexual no es pensar en una lista de contenidos a transmitir; desde mi posición como trabajadora de la educación lesbiana, blanca y que intenta desarrollar una práctica orientada por las preocupaciones de las teorías feministas, los estudios gays y lésbicos, así como por los estudios queer, pensar la educación sexual implica comprender las relaciones de poder que construyen subjetividades sexuadas y generizadas, es pensar en el conocimiento como ejercicio político de desnaturalización de las desigualdades y en las posibilidades que tiene la institución escolar de hacer de las vidas y los cuerpos, lugares habitables y placenteros.
El proceso de escolarización del cuerpo y la producción de la masculinidad/feminidad, demuestran cómo la escuela practica –tácitamente- una pedagogía de la sexualidad, o el disciplinamiento de los cuerpos. Esa pedagogía es muchas veces sutil, discreta, continua, y, casi siempre, eficiente y duradera. De ese modo, la escuela “marca” a los sujetos con registros de comportamientos y modos de ser que quedan grabadas en las historias personales como los adecuados y normales.
Podemos decir, entonces, que la escuela incentiva la sexualidad “normal”. Un hombre o una mujer “de verdad” deberá ser, necesariamente, heterosexual y serán estimulados para eso. Es por ello, que la educación sexual podría ser un dispositivo que estimule a comprender el “género, así como la sexualidad, no como una propiedad adherida de los cuerpos o algo que existe originariamente en los seres humanos, sino que es el conjunto de los efectos producidos en cuerpos, comportamientos y relaciones sociales, debido al despliegue de una compleja tecnología política”, siguiendo la afirmación de Teresa de Lauretis. Esta tecnología del género se sostiene sobre lo que la teórica lesbiana Monique Wittig definió como el contrato heterosexual, aquel “acuerdo entre sistemas teóricos y epistemológicos modernos de no cuestionar el a priori del género y de sostener que la oposición sociosexual entre hombre y mujer sea el momento necesario y fundante de toda cultura”.
Entonces, la educación sexual que se está pensando desde los distintos sectores, ¿está dispuesta a entender la heterosexualidad como institución política, y no meramente como una práctica sexual? Si la heterosexualidad, en tanto norma, tiene la capacidad de instalarse de forma tácita y sistemática, regulando múltiples discursos sociales, entre ellos el educativo, definiendo lo que es posible y pertinente aprender y aquello que resulta inconveniente saber ¿cómo están permeando estas regulaciones la manera en que pensamos un currículum para la educación sexual?
Propongo una breve reflexión, desde un lugar que intenta pensar la incerteza de modo productivo, acerca de cuatro protagonistas del acontecimiento educativo que habría que considerar al momento de gestar ese núcleo de saberes y prácticas denominado educación sexual.
Las maestras. Hablo en femenino porque la docencia es un trabajo altamente feminizado, la mayoría que trabajamos en él somos mujeres. Aquí es imprescindible una profunda reflexión sobre la propia sexualidad, dada la construcción de la identidad docente como madre educadora y la persiste desexualización como forma de regulación de la sexualidad de los alumnos/as. ¿Qué estoy dispuesta a escuchar? ¿Cuál es el punto en que me resulta intolerable pensar y hablar de sexualidad? ¿Qué sucede con aquellas maestras cuya sexualidad, por ser lesbiana o bisexual o travesti, sigue circulando como secreto en el espacio educativo? ¿Qué sucede con la subjetividad de aquellas maestras cuyas prácticas sexuales son socialmente estigmatizadas, impugnadas por el sistema heteronormativo? ¿Cuáles son las voces y deseos permitidos?
La institución. La escuela es uno de los lugares de disciplinamiento por excelencia, aunque su función hoy se encuentre en crisis. Es el lugar de las respuestas y lugares seguros. ¿Cómo abordar institucionalmente la sexualidad que es algo que circula y fluye, muy lejos de la estabilidad? En principio, una tarea primordial sería registrar que la sexualidad “no es un problema”, sino un lugar al cual se adhieren los problemas; emerge y se inscribe de ese modo por las representaciones hegemónicas que existen sobre la misma. El discurso del peligro, la prevención y el cuidado que se instala en las escuelas, viendo a niños, niñas y jóvenes como portando cierta “peligrosidad”, silencia de forma casi absoluta al discurso del placer, del deseo, de los permisos.
Las alumnas y alumnos. Entender que son sujetos de derecho, sujetos de sexualidad y no objetos de información, prestando atención al deseo de las alumnas, porque se las suele colocar en el lugar de la victimización. Ya poseen informaciones, valores, representaciones, acerca de las sexualidades y los cuerpos, ya cuentan con su propio “capital sexual”, los que suelen estar pregnados de concepciones sexistas, misóginas y heterosexistas propias de nuestra cultura, así como de una multiplicidad de experiencias que la escuela no “tolera” admitir.
El conocimiento. La educación sexual no puede quedar atrapada en la lógica escolar, que escolariza el conocimiento, lo vuelve estable, lo despolitiza, lo coloca en el lugar de las preguntas aceptables y correctas. Si el género promueve un encadenamiento de significaciones que insiste en su estabilidad y permanencia: existen dos sexos (determinados por los genitales pene/vagina), dos cuerpos (varón/mujer), dos géneros (femenino/masculino) y un deseo, con una dirección obligatoria y compulsiva hacia el sexo opuesto (heterosexual), ¿qué tiene que ver esto con los modos de conocer? Eve Sedgwick, teórica queer, habla del closet (esa forma escondida y secreta de vivir la sexualidad no hegemónica) entendiéndolo como “una epistemología”, o sea, como un “modo de organizar el conocimiento/ignorancia”. Esta epistemología ha marcado nuestras concepciones de sexualidad mediante un conjunto de oposiciones binarias con las que operamos, especialmente en las escuelas, como estos pares: homosexual/heterosexual; femenino/masculino; privado/público; secreto/revelación; ignorancia/conocimiento; etc.
La educación sexual no puede quedar reducida a mera información sobre métodos anticonceptivos y de prevención de infecciones de transmisión sexual, bajo una perspectiva en la que el cuerpo sigue ocupando el lugar de la naturaleza y el género el de la cultura. Porque de este modo, la heterosexualidad se continúa presentando como una sexualidad estable y natural, y también como privilegiada, siendo sinónimo de aparato del Estado, de la moralidad dominante, a partir de la cual, nuestras relaciones como disidentes sexuales son socialmente descartables. En la educación de los cuerpos, la escuela no puede seguir produciendo la sexualidad “normal”, porque la ciudadanía corporal y sexual está en juego.
La escuela tiene que trabajar sobre los formas de privilegio que adopta la heterosexualidad, que a veces pasa desapercibida como lenguaje básico sobre aspectos sociales y personales; que se la percibe como un estado natural; que se proyecta como un logro ideal o moral; que se inscribe como esa sensación de corrección –tácita e invisible- que se crea con manifestaciones contradictorias –a menudo inconscientes-, pero inmanentes en las prácticas y en las instituciones.
De esta manera, maestras y maestros tienen que entender que la experimentación con la conducta sexual no es una experiencia de igualdad de oportunidades. Por eso, la educación sexual en las escuelas no puede desentenderse de los estudios feministas, lésbicos y gays y queer, como tampoco de las reinvindicaciones que reclama el activismo en torno al género y la sexualidad. Es preciso una articulación entre los campos teóricos, políticos y pedagógicos, que tensione las construcciones hegemónicas de la escuela.

sábado, 14 de julio de 2007

BIENVENIDAS


Bienvenidas al blog de Baruyera.

Baruyera es una revista lesbofeminsta, hecha de forma independiente, por mujeres, amigas, activistas, artistas y otras yerbas.

Inauguramos este blog para generar un canal de comunicación y participación, en paralelo a la edición impresa.

Para tales fines, empezamos con un test, a modo Cosmopolitan, devenido en Baruyera:


1- ¿Con cuántas personas decís que te acostaste?
a: No se, está mi novia a mi lado
b: "Siempre fui menos que mi reputación"
c: Es domingo
d: Siempre fui más que mi reputación

2- En tu primera cita:
a: Estrenás tu depilado deluxe
b: Vas a Güerrin y te comés una pizza entera
c: Te encontrás en una marcha, con mate en mano
d: Vas al Malba, con la libreta universitaria

3- ¿Qué significa hacer baruyo para vos?
a: hablar en voz alta
b: darte un beso con una chica frente a un cordón policial
c: ser libre, sin molestar a lxs demásd: usar pollera, sin depilarte


Respuestas:
Si tenés mayoría de a y c, recomendamos, ferviamente, leer a Alejandra Pizarnik y escuchar Liliana Felipe o, en su defecto, Mano Negra.
Si tenés mayoría de b y d, bienvenda a esta no-fraternidad de baruyeras. De todas formas, seguimos recomendando la lectura de Pizarnik.


Fé de (er)ratas:
Cada pregunta (y respuesta, claro está) es a modo de broma.
Alguien dijo, alguna vez, que desde la risa y el chiste se expresa el inconciente. Algo de razón habrá tenido.
Por eso creemos que, si bien nosotras tenemos un esbozo de respuesta "seria", deberíamos, entre todas (vos, yo, ella, nosotras, todos los pronombres) construir una. Colectivamente.






viernes, 29 de junio de 2007

LA CARTELELA AL DÍA!

LA "CARTELELA" AL DÍA

Por una desafortunada distracción (aunque 100% perdonable), ocurrió que en el Nº 1 de Baruyera (en papel) la sección que debía llamarse "CARTELERA DE RECOMENDACIONES BARUYERA" apareció como "CARTELELA ETC..." El neologismo puede interpretarse de muchas maneras, pero de ningún modo como una ironía o burla respecto a aquello que queremos divulgar, que son las buenas obras de teatro.

Entre Baruyera N y Baruyera N+1, iremos agregando data sobre las obras de teatro que vimos y también sobre las que vamos a ver, para que quienes quieran sumarse a las salidas estén enteradas.

Aquí va la primera propuesta, para agendar con tiempo:

LA OMISIÓN DE LA FAMILIA COLEMAN, salida grupal con posterior debate, el domingo 29 de julio a las 19 hs.

En un próximo envío les contaré más sobre esta salida, y también sobre la obra.

Quienes quieran participar de la salida, deben "anotarse" escribiendo a baruyera@gmail.com con asunto "FLIA COLEMAN"

Y algunas "nuevas" recomendaciones:

FRIO, en Abasto Social Club, una obra en la que sólo se escuchan voces en off, que ni siquiera corresponden a los personajes, sino tal vez a las actrices y al actor... ¿una reflexión implícita sobre la alienación, tal vez? Visualmente impecable.

¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE AMOR?, en teatro Puerta Roja, basada en textos de Raymond Carver. Una ambientación realista. Dos parejas amigas comparten una "picada" y entre vinos conversan sobre el amor, la vida y la muerte. La sala es bastante gélida, así que llevá saquito...








jueves, 28 de junio de 2007

HACERSE VISIBLE UN DIA ...

El 28 de junio, dicen, es el día internacional del orgullo LGTBI. A propósito de eso, quiero contar una experiencia personal sobre cómo practico y pienso mi forma de hacerme visible en mi ciudad y en todo momento, no para que “el mundo” sepa que soy lesbiana, sino para recordarle a ese mundo que las lesbianas estamos en todas partes, delante de sus ojos o detrás de sus espaldas, teniendo (la mayoría de nosotras) vidas tan comunes y corrientes como cualquiera, lo cual no nos impide (a algunas) reivindicar nuestra diferencia que está, no solo en quiénes son las personas con las que decidimos relacionarnos afectiva y sexualmente, sino también –y mucho más significativamente– en la crítica a la heteronorma y al patriarcado. Nuestra diferencia está en practicar (con los éxitos y los errores que ello implica) un nuevo orden relacional entre las personas.
Como la Visibilidad es una práctica y no una “fecha”, exige una continuidad que puede llegar a resultar performativa, ya que si bien mi estar en el mundo es indisimuladamente el de una tortillera (dizque lesbofeminista) de tiempo completo, mis ejercicios habituales son interpretados en general como los de una -”mujer normal” (es decir, tristemente, los de una mujer colonizada). Por esta razón me resulta indispensable poner el cuerpo en evidencia (ya que hablamos de visibilidad, que es una primera e importante instancia de la Existencia para otras y otros, y no de la “oibilidad” de un discurso que podría muy bien reflejar mis convicciones), y una forma de poner esta autoexigencia en práctica es, por ejemplo, vistiendo sin ningún pudor ni disimulo el pantalón que manché de pintura lila el año pasado, cuando el 28 de junio engrafitamos Buenos Aires con consignas de amor entre mujeres. Con todo, este gesto es suficientemente discreto y no sirve para expresar nada si no media la pregunta acerca del origen de las manchas.
Por eso, hice más: desde marzo, y en forma esporádica, llevo a cabo una campaña de pequeñas intervenciones efímeras en el espacio público. Consisten en pegar por donde voy caminando el letrero que ilustra esta notita. No estoy sola en este proyecto y la posibilidad de llevarlo a cabo con la otra protagonista del testimonio le da una riqueza política adicional. Mientras vamos pegando los letreros, nos miran o nos ignoran…. y cada tanto nos interpelan:
– una mujer joven nos pidió un letrero para llevarse a su casa.
– un hombre creyó que éramos prostitutas ofreciendo nuestros servicios y nos propuso “una fiesta”… o tal vez simplemente tuvo la triste idea de “sentirse lesbiano” y mostrarnos (de la manera más burda) su complacencia, o la intención de “arreglarnos”… preferimos no seguir conversando con el tipo.
– una mujer mayor nos corrió a lo largo de una cuadra y cuando nos alcanzó, tras preguntar discretamente si éramos “Vero y Sonia” nos contó lo mucho que se había emocionado al ver nuestro letrero… Ella quería felicitarnos por “nuestra valentía”, seguramente pensando en toda su vida de disimulo e invisibilidad, pero ni siquiera podía decir que ella era lesbiana y daba más y más vueltas. Estaba tan emocionada y era tan transparente…
¿Es necesario explicar el contenido –tal vez un poco extenso- de nuestro cartel? Considero que no. Todo lo que queríamos decir lo dijimos, eligiendo muy bien las frases que escribimos. En nuestro afiche sólo omitimos el indispensable “NO TODAS LOS DÍAS (NI EL AMOR, NI EL SEXO)” para evitar desplazar el acento hacia otras cuestiones que, considero, también están pendientes de una reflexión profunda por parte de las lesbianas como mujeres deseantes y amantes pero que ciertamente no hacen al tema de la VISIBILIDAD que algunas celebramos exponiendo nuestros cuerpos y tal vez algo más este 28 de junio.

Sonia Gonorazky