viernes, 27 de julio de 2007

PONER EN PALABRAS

Para entender lo que sucede en una relación de maltrato entre lesbianas y sus consecuencias, primero es importante entender la violencia social en general, y en particular la violencia hacia las lesbianas que ejerce esta sociedad heterosexista. La heteronormatividad es la imposición de la heterosexualidad como única forma de sexualidad sana/normal/no pecaminosa, prohibiendo o descalificando, explícita o implícitamente, toda otra forma que no acuerde con aquella. Justamente por esto, existe una diferencia sustancial entre lo que sucede cuando la violencia se da en el marco de un vínculo avalado socialmente como el heterosexual y cuando no. En el primero, no se cuestiona la heterosexualidad ni la legitimidad del vínculo; nadie diría que es malo ser heterosexual porque un hombre ejerza maltrato psíquico o físico hacia una mujer. Por el contrario, en el caso de las lesbianas, cuando se pone en evidencia la existencia de maltrato en el vínculo, casi siempre se "sospecha" de la relación lésbica, se aprovecha la situación para reforzar el argumento de lo mal que le hace a esa mujer estar con otra mujer y se problematiza así su condición por sobre la situación de maltrato. Estos –como tantos otros- son mensajes llenos de prejuicios y estigmatizaciones que refuerzan el closet: la clausura, el encierro, la encrucijada. La amenaza social ejerce un plus de carga de miedos y culpas que tiene graves incidencias en la salud integral de las lesbianas. De allí que hablemos del "segundo closet", ya que al miedo de decir "soy lesbiana", se agrega el miedo de decir "estoy en situación de violencia con una lesbiana".
Vivimos en una sociedad donde "siempre alguien tiene que tener el poder o más poder"; donde además, el ejercicio de poder da privilegios y encima es impune: Un sistema diseñado y construido para la "opresión de los deseos autónomos", ya que cualquier tipo de autonomía va en contra del dominio, la violencia y las brutales diferencias de poder en las que se sostiene. Frente a los reclamos que genera la desigualdad, el sistema agota sus respuestas en propuestas paradójicas, que confunden tanto como se confunden las víctimas cuando aquella que supuestamente las ama, las daña. El doble mensaje de la sociedad y el doble mensaje como ingrediente básico de la violencia emocional: la contradicción alienante de "te destruyo" "te oprimo" que convive con "te protejo" "teayudo" es uno de los mecanismos que impide u obstaculiza llegar a asumir el hecho de estar siendo violentadas.
Somos educadas dentro de un modelo de amor/erotismo , entramado con los mandatos de género, donde el control y la apropiación son el eje. Y por más que dentro del sistema patriarcal el poder se le otorgue desproporcionadamente al hombre en bandeja, ello no impide que podamos repetir los modelos de vinculación con los que fuimos formadas, aunque estemos en una relación amorosa/afectiva/erótica con otra mujer.
Quien detenta el poder genera mecanismos disciplinadores para la manipulación y el dominio y así mantenernos en el molde. Para quien ejerce violencia es imprescindible que su pareja vaya perdiendo dimensiones, espacios, lazos y proyectos. Frente al aislamiento y el silencio se necesitan redes. Creemos que sin redes sociales y políticas públicas que permitan implementar estrategias frente a la circulación de violencia, resulta difícil pensar alternativas para enfrentar tanto la violencia "hacia" como la violencia "entre" lesbianas. Proponemos una red con nudos como puentes, que enlacen sin que aprieten o ahoguen el pecho y la garganta. Una red donde entretejer nuestras historias, sin quedar atrapadas. Las convidamos a compartir y recordar la necesidad, el derecho y el sueño de una vida sin violencia.

Equipo Desalambrando Buenos Aires
desalambrando@yahoo.com.ar

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