viernes, 20 de julio de 2007

De Borges, literatura femenina y lucha social

Lilith y Jezabel, con paciencia pero sin piedad
«Borges le dice a Silvina Ocampo: ‘Llegó una carta, de una profesora, de nombre español, de una universidad norteamericana. Dice que se ha especializado en literatura femenina latinoamericana y que dará una conferencia sobre vos y Norah Lange. Que se especialice en literatura femenina no está bien. ¿Qué importa que sea femenina? ¿Por qué no de autores con ojos azules?’» Esta cita ha sido extraída del libro póstumo de Bioy Casares, en el que recopila y transcribe las charlas que tuvo con el mayor referente de la literatura argentina hasta el momento, Jorge Luis Borges.
No podemos decir que el gran Borges se equivoca pero desvistámoslo aquí de sus ropajes de literato sublime y dejémoslo con las chinelas y la ropa de entre casa de hombre corriente: con este comentario no hace más que resaltar el argumento de muchos acerca de la lucha feminista: «¿por qué insistir en la diferencia si lo que buscan es la igualdad?». Y si decimos que nuestro hombre que escribe de laberintos humanos (ahora despatarrado en su sillón) no yerra es porque en una sociedad basada en la igualdad, la literatura, al menos, no tendría que estar dividida ni sectorizada en femenina ni masculina, ni homosexual ni transexual ni transgénero ni etc.
Pero la polémica empieza en el hecho de que no somos una sociedad ideal y en que, si la lucha existe, es porque existe algo terrible que es la firme disposición de que la mujer, junto con otras minorías ideológicas y étnicas y otras víctimas contrarias al sistema liberal imperialista y patriarcal, queden silenciadas sistemáticamente del discurso y la práctica social del planeta entero. Esto no es de ninguna manera una denuncia ni una vieja utopía de los sesentas. Esto es algo que vemos todos los días a nuestro alrededor, si agudizamos la vista y afinamos el oído.
Un argumento como el del que hablamos, bastante escuchado, tiene ciertos ecos en el imaginario popular y se relaciona con hechos violentos que sucedieron en nuestro país. Recordemos eso de que «los hijos de las Madres eran todos subversivos» (sin importar que sobre ellos no hubo justicia civil sino terrorismo de estado), o el «para qué quieren viviendas si después hacen asado con el parquet» (porque es más fácil apartar que incluir) ni el actual «después de tanto exigir igualdad, se quejan cuando tienen que trabajar y, después, cuidar de su casa y de sus hijos». Y estos ecos del imaginario social, que existen y perduran, no son otra cosa que armas para neutralizar una lucha que exige y conquista el derecho a ser del ser humano discriminado y violentado, manteniéndolo en el lugar de objeto útil al sistema. Una herramienta que legitima las prácticas de sometimiento. Una herramienta con cada vez menos efectividad, por suerte.
Aunque, también, nuestro querido Borges podría haber intentado expresar otro concepto con la frase para su amiga. Tal vez algo así como: «no importa quién sea el autor, importa la literatura», o, más justamente expresado, «lo escrito». Tampoco aquí se equivocaría el maestro. Pero podría retrucársele, si es que en la mente de alguien surge semejante monstruosidad y atrevimiento, que, sin una lucha feminista, posiblemente la literatura femenina ni siquiera existiría.
Porque igualar no es uniformizar (tal como lo hizo Sarmiento con los guardapolvos blancos negadores de las diferentes culturas nativas) sino dar la oportunidad a todos los seres humanos de expresarse y respetar sus diferencias. Porque, si la lucha es por fracciones, son todas ellas piezas de un mismo rompecabezas que se va armando de a poco. Y porque, más que nunca en este planeta, la estructura conocida se cae a pedazos y los pueblos rechazados están reclamando su derecho a desear y a «ser». Y el reclamo es mediante una lucha social y política que requiere, como mínimo, el conocimiento de todas y de todos.
¿Borges concordaría con todo esto? Posiblemente, a pesar de su fama algo «tradicional» en cuanto a ideas políticas. Se pondría contento de que su amiga Silvina Ocampo se haya puesto de moda y sea por fin reconocida en las universidades y entre los lectores y que sean publicados sus cuentos completos (aunque post mortem) Y que Noritah Lange sea también vuelta a imprimir, aunque todavía se la conozca como la esposa de Oliverio. Lo que difícilmente entendería es, por ejemplo, que no existe un solo ejemplar en todo Buenos Aires de «Recuerdos del porvenir» de Elena Garro, una de sus escritoras favoritas, y sí la bibliografía completa de su esposo Octavio Paz.

3 comentarios:

CANCEROLAZO 2021 dijo...

Soy tan fundamentalista borgeano como vos feminista y me llama la atención que te gastes en refutar sus incorrecciones políticas.

En mi fanatismo he logrado advertir que Borges sacrificaba a una buena broma cualquier realidad y esto con una índole de sentido del humor no sólo herético e irreverente de un modo oblicuo y encriptado, sino que encima, sin una sexualidad aceptable (ni siquiera para él la heterosexualidad paradigmática lo era, le resultaba tan repulsiva y obscena, que prefería la perversión con la misma distancia matemática con la que renegaba emocionalmente de la ortodoxia afectiva para él "cursi" y "sensiblera").

Borges sólo es un ejemplo como escritor, sus comentarios racistas son indefendibles, lo mismo los de raigambre antidemocrática, antifreudiana, gorila, todos sus prejuicios y remilgos de clase, incluso sus comentarios "feministas" se basan en una total inexperiencia respecto de qué diantres es una mujer.
[por no mencionar la falocéntrica categoría de Cortazar de lector macho(activo) y lector hembra]
Estoy de acuerdo con vos en que no ha llegado la fase ideal futura en la que se pueda hablar de literatura sin poderar "especialmente" que provenga de una pluma femenina, momento histórico que Borges con ese comentario pretende anticipar.

Es tan utópico o anacrónico como que te diga que estoy en contra de la marcha del orgullo gay porque ser gay es tan motivo de orgullo como no serlo...¡ojalá lleguemos a esa fase de aceptación!¡ni un sólo candidato demócrata en el debate que ayer dieron en CNN aprueba el matrimonio gay!.

Bueno, me puse a hablar demasiado en serio, lo mío es el humor, espero que mi blog te haga reír...

un abrazo borgeano y feminista!

Martín

Anónimo dijo...

Pero si yo no refuto nada, mi amigo, y menos las ideas de Borges, políticas y de las otras, que son propias de él y a las que tiene natural derecho. Y soy tan fundamentalista de Borges como Ud. feminista, si me permite citar sus palabras.

Borges es un monstruo y, sinceramente, no podría vivir sin él. Pero me interesó su postura porque nuestro escritor es, de por sí, una autoridad en todo lo que se lo cite. Y además, lo nombré quitándole su autoridad literaria y vistiéndolo con la bata cotidiana de hombre común, no sé si recuerda el texto. Es decir, si Borges piensa así, es absolutamente lícito, en cuanto permitido y naturalizado socialmente, que ese pensamiento viva en el común de nuestros compatriotas. Y desmitificar ese pensamiento de la mayoría era mi interés. Me permití utilizar a Borges sólo como ejemplo. No es una crítica a él, sino a todos nosotros (y dentro de ese nosotros me incluyo, por supuesto)

En cuanto al anacronismo, no estoy de acuerdo (si es que he comprendido su idea) Ya a comienzos de la civilización moderna, la discriminación, a la mujer y a todo lo distinto del “canon”, se ha instalado en todos los rincones sociales y ha servido de arma ideológica para que el poder siga en manos de cierto grupo tan nefasto como escurridizo. Y ojalá llegue el momento, como Ud. dice, en el que no necesitemos defender ni estar orgullosos de lo que somos porque no se nos niega el derecho a ser lo que queremos.

He jugado, mi amigo, tanto como Ud en su blog, con lo socialmente establecido (de hecho, su blog me encanta desde el título) Y aclarando, todo el tiempo, mi veneración al Maestro.
Gracias por su comentario, iluminador y humorístico. Me ha dado alegría que mi humilde texto haya generado tan acertadas conclusiones. Otro abrazo literario y feminista. Patricia.

CANCEROLAZO 2021 dijo...

El que Borges sea una autoridad en todo lo que diga es el mismo error en el que incurren los sionistas que sí o sí lo toman a Einstein de modelo del idishekappele (son siosionistas). O actualmnente: que se entreviste a Stephen Hawkings para que hable de Los Simpsons.

Su opinión vale lo mismo que la de Juan Perez...pero me parewce que lo mejor va a ser que suba a mi blog esto y la siga ahí...