viernes, 27 de julio de 2007

LAS DESAPARECIDAS Y LAS OTRAS

A Otoño Uriarte la estaban buscando desesperadamente. Familiares, amigos/as y activistas pedían su aparición con vida. Finalmente, apareció. Muerta, en una zanja (al menos, eso se especula).
Su nombre es uno más de una lista de chicas y mujeres que hace meses o años pasaron a integrar una nómina siniestra. Fernanda Aguirre, secuestrada hace 3 años. Marita Verón, desaparecida hace 5 años. Florencia Penacchi, desaparecida hace 2 años.
Ellas, las que a (casi) nadie le importan, tienen en común que son las más conocidas de las víctimas de la trata. Aquellas cuyos casos tienen cierta cobertura mediática, porque sus familias se movilizaron para tratar de encontrarlas. Pero son muchas, miles de chicas y mujeres, nadie sabe cuántas porque las estadísticas, al igual que ellas, no existen.
"Trata de mujeres" es un eufemismo demasiado civilizado para lo que describe. El secuestro, la esclavitud, la tortura, la violación cotidiana. Días iguales de muerte en vida, o peor. Una rutina que solo cambia cuando las llevan a otro lugar, vendidas o alquiladas para que las maltraten otros dueños y las violen otros hombres, aburridos del "plantel" anterior. Una infamia que ni siquiera es delito federal. Una atrocidad que ocurre porque los políticos, la justicia y los policías son cómplices y parte interesada. Sostenida por los "clientes", esos hombres a los que les importa una mierda las vidas arruinadas de esas mujeres y niñas, menos que cosas para ellos. Una violencia increíble, cotidiana y oculta, porque la sociedad mira para otro lado.
A la par de las secuestradas, que a veces suscitan la compasión de la sociedad en general y de algún cliente en particular que las ayuda a escapar, están las prostitutas "por elección", por cuya suerte no se interesa nadie. Claro que estas mujeres que "eligen" suelen hacerlo en las mismas condiciones en que tantos otros y otras "eligen" ser medigos/as, o bajo la extorsión del asesinato, del secuestro de sus hijos/as y otras condiciones así de propicias a la libertad. El punto es que tanto las secuestradas como las "voluntarias" son niñas, adolescentes y mujeres con una vida que no es vida, despreciadas hasta por los usuarios de su miseria, por esos torturadores que pagan que son los clientes.
Sin esa paga, origen de un negocio millonario que compite cabeza a cabeza con el tráfico de armas y de drogas a nivel mundial en términos de ganancia, no puede existir esta aterradora red de corrupción y violencia.
La trata solo puede ser detenida eliminando su raíz, la prostitución. Y la prostitución solo puede ser erradicada luchando contra la violencia hacia las mujeres, o la desigualdad de género, o el patriarcado, como quieran llamarlo. Me refiero a la indiferencia y al silencio cómplice que encubren y consienten la explotación de millones de esclavas sexuales en todo el mundo. Me refiero también a cambiar nuestra cultura patriarcal, que hace posible que se culpe a las víctimas, incluso cuando son secuestradas. Ni hablar a la noción de que los hombres tienen derecho, a costa de quien sea, a satisfacer sus ganas de sexo.
Otoño está muerta. Aunque su muerte no hubiera tenido que ver directamente con la trata (algo que por demás está en duda), muestra algunos aspectos de este crimen, como la intervención policial que lo ampara y promueve. Los agentes apartados de su caso fueron grabados en una escucha diciéndole a un proxeneta que llevara a la comisaría a una chica de 15 años que había traído de La Pampa para "trabajar".
Marita, Fernanda, Florencia y miles más todavía faltan, y probablemente no salgan de su infierno con vida. Miles de otras mujeres, sobre todo pobres, jóvenes y bonitas, están a merced de cualquiera que se tome la molestia de secuestrarlas o de violentarlas (como los "novios" prostituyentes) un día para ganar plata con su cuerpo.
Nos toca a todas. Es culpa sobre todo de algunos, pero responsabilidad de todas y todos. Por favor, si tienen un mínimo de conciencia, repudien la prostitución y la violencia hacia las mujeres. Sin concesiones. Sin excepciones. No hay excusas para la violación; el pago no hace que la prostitución deje de ser esclavitud y maltrato, aunque ese cuerpo humillado se compre solo transitoriamente. Sin distinciones de edad, clase, "mérito moral", raza o nacionalidad, ninguna mujer nace para puta. Y ningún hombre tiene derecho a usar nuestros cuerpos.

Jose
joseramon21@hotmail.com

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